Él, ella, y la música.

Víctor no pegaba una. Ese año todo le salía mal. El trabajo había menguado, los importadores la estaban pasando mal por las restricciones aduaneras. Viudo de años, no le era fácil olvidar a su esposa. Se sentía sólo, sus hijos ya no estaban en su casa; uno se había casado y el otro vivía en Buenos Aires. Salía con amigos durante la semana, pero sábados y domingos se le hacían interminables. Muchos fines de semana hundía sus pesares con abundantes vasos de whisky hasta que el alcohol lo vencía. Más de una vez, terminaba dormido en un sillón frente al televisor. Al otro día; despertaba con fuertes dolores de cabeza fruto de la resaca y se le hacía el domingo interminable. Con suerte, un almuerzo cargado con vino, estofado con ravioles y la siesta, acortaban ese tiempo infinito.

El viernes o el sábado a la noche, no faltaba nunca que una pareja amiga lo invitara para presentarle alguna candidata, pero pocas superaban la marca. Una que otra vez, volvía a salir con la misma, pero siempre prefería la vieja amante. Ella sabía vaciar la ansiedad de su sexo y no generar problemas.

Ese viernes, Iván lo había invitado a cenar a la noche. Después de cenar, en el tremendo home theater de su amigo, vieron un DVD muy agradable del grupo “Within Temptation”. A la otra mañana se levantó y fue al centro con la idea fija de comprar el DVD.

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Ella vivía dedicada a sus hijos. Se había casado muy joven y después de un desastroso matrimonio habían pagado el desatino. Su hijo Pablo tenía catorce años, si bien parecía mayor, en el fondo era un niño. Había sufrido todo el proceso de pelea y divorcio de sus padres. Su posición férrea al lado de la madre lo había confundido. Asumía roles que no tenían otros niños y se había olvidado de jugar. Su otra hija Carla, más chica que Pablo, era simpática y divertida. Sus monerías daban alegría y generaba a la familia la energía necesaria para sobrevivir.

¿En cuanto a candidatos? Solía salir con sus amigas solteras, bueno; algunas solteronas o divorciadas. Se divertían mucho cuando lo hacían, pero el pensamiento fijo estaba en los chicos y la abuela que los cuidaba. La preocupación de dejarlos solos era más poderosa que alguna aventura con alguien pasajero. Con Pedro, un antiguo amor, se juntaban a veces. Se llevaba muy bien y disfrutaban de la relación, pero él no quería compromisos. Pablo y Carla lo ahuyentaban, los chicos eran una pesada carga. Como excusa y para no ir más allá, ella se repetía en voz baja cuando estaba con Pedro que era solo sexo y que no estaba enamorada.

El jueves los chicos se habían dormido temprano, y no había nada lindo en los canales que veía en la televisión. Fue cuando decidió explorar los números altos de los canales. En el 59 descubrió un show del grupo “Within Temptation” de música celta. Le gustó, recordó el viaje a Irlanda que había realizado con sus padres cuando niña. Lo disfrutó y se auto prometió que el sábado próximo, libre de chicos, iría al centro a comprar el DVD.

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El centro todavía no había despertado esa mañana. Eran las nueve y media del sábado y hacía frío. Ella bajó las escaleras de la disquería hasta llegar al subsuelo. Sintió el ambiente cálido del salón y se sintió reconfortada. Comenzó sola a buscar el DVD en el escaparate de música internacional. Le costó encontrar el sector de música celta, pero al fin lo logró.

Unos minutos después Víctor arribo a la disquería, bajó presurosamente y fue directamente al mostrador. Pidió Paradise de “Within Temptation” al vendedor. Cuando le traía el producto, ella se acercó al vendedor y le dijo:

-Ese DVD, ese, es el que quiero, acá está la caja.

De forma muy cordial el vendedor le comentó que no había más. Señalándolo a él, le dijo:

-El señor acaba de pedirme la última copia.

Cruzaron sus miradas. Él sonrió, y justificando su compra le comentó porqué lo quería llevar. Ella, apelando a la bondad y dando sus razones comentó su historia.

El vendedor, pícaro y sonriente, alternando su mirada en ambos, preguntó:

-¿A quien se lo doy, o quizás, dividimos la cuenta y lo pagan entre los dos?

Fue cuando Víctor le dijo a ella:

-Le cambio el DVD por su teléfono y la promesa que lo escuchemos juntos.

Ella, al principio dudó, pero luego accedió y pagó la cuenta. Pensó que no perdía nada de todas formas.

Unas semanas después él, ella, y la música se juntaron. Esa noche, a partir de los hermosos sonidos, soñaron, aparecieron los recuerdos de Irlanda y sus leyendas, y hablaron de amor. De ahí en más, muchas veces repitieron el encanto de pasarla juntos.

Compraron juntos otros DVD, el vendedor los veía y se reía. Fueron muy felices. En camas separas, por los hijos, fue el acuerdo.

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Nota: link de la música citada en You Tube: «Paradise«

2 comentarios en “Él, ella, y la música.”

  1. Simplemente, ameno, creíble diría del cotidiano vivir.
    Mas próximo a una breve historia romántica, que a un cuento.
    Tu amigo, El bon vivant

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