Esta mañana, revisando Facebook, leí un articulo que compartió en esa red social Mario Cuomo —un querido y respetado amigo—.
Lo leí, lo releí y me pareció que no merecía pasar al archivo de Facebook. Merecía otro destino. Debería superar la inmediatez de lo publicado en esa red social. Luego, le escribo a Mario y le solicité ponerlo en el blog y tuvo la gentileza de aceptar mi propuesta y enviarme el escrito para publicarlo.
Podrás estar de acuerdo o no con sus pensamientos, pero un valor que tiene entre otros, es que su contenido nos permite reflexionar, pensar, salir de nuestra cáscara y habitualidad. En estos tiempos de bombardeo mediático superficial, ello no es poco, es lo que necesitamos.
Te debo agradecer profundamente la gentileza de compartir tus ideas; gracias Mario.
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Como se fabrica un hipócrita
Abandonando el yo
Por Mario Cuomo
Alberto Wilensky[1] es contundente cuando define: “…el deseo está inscripto en un orden simbólico y es por eso por lo que jamás podrá ser satisfecho, ya que todo símbolo es, en primer lugar, la marca y la señal de una ausencia…”
Erick Fromm en “El Miedo a la Libertad”, por su parte, expresa que el individuo al perder los vínculos primarios que le proporcionaban seguridad y tener que enfrentar al mundo, se le ofrece el camino de retroceder, es decir “… abandonar su libertad y tratar de superar la soledad eliminando la brecha que se ha abierto entre su personalidad individual y el mundo…”, concluyendo que este mecanismo constituye la solución adoptada por la mayoría de los individuos normales de la sociedad.
El individuo deja de ser él mismo, adopta el tipo de personalidad que le proporcionan las pautas culturales, y se transforma en un ser igual a todo el mundo y tal como los demás esperan que él sea. Para Fromm de esta manera “…la discrepancia entre el yo y el mundo desaparece, y con ella el miedo consciente de la soledad y la impotencia…”
Sin embargo, agrega Fromm, esta situación no soluciona el problema subyacente ya que no consigue suprimir el conflicto que se halla en su base, que es la resistencia a la anulación del yo individual. Agrega que ante esta situación pueden darse dos conductas; una es el intento de convertirse en parte integrante de una entidad superior, que puede ser un individuo, una institución, Dios, la nación, la conciencia, o una compulsión psíquica. La otra el impulso de lograr el dominio sobre otra persona, lo que también implica dejar de existir como ser independiente.
Continua explicando que nuestra adaptación social se logra despojándonos de nuestro yo individual, tanto desde la perspectiva de quien se diluye sometiéndose a los dictados sociales como quien lo hace a través de la dominación y el poder.
Pero asimismo, deja claro que estos impulsos no solucionan el conflicto de base, y nos da a entender que el individuo no puede menos que sentirse frustrado ante este abandono de su ser individual, lo que nos remite a otra de las afirmaciones de Wilensky: “…el consumo es, entonces, el constante proceso de intentar atrapar nubes…”.
Persiguiendo quimeras
Los deseos insatisfechos, la necesidad de dejar de ser un ser masivo logrando la “inflación del propio yo” como lo denomina Freud, y las ansias de poder, son los motores que nos impulsan aunque la mayor parte del tiempo no somos conscientes de ello.
Para quienes la vida no se resuelve en un crecimiento espiritual ausente del velo de maya[2], la persecución de quimeras resultará la sal de su vida. Tendremos entonces a un ser frustrado, necesitado de poder y de consolidarse como una individualidad diferente a la mayoría.
Los individuos entonces, dependiendo del marco de pensamiento y restricción moral que nos guie, pondremos o no en juego todas las herramientas que tengamos a nuestro alcance para tratar de expandir el ego. Una de esas herramientas se llama hipocresía.
La hipocresía es la actitud de fingir, cualidades, formas de pensar, creencias, emociones, etc. Es una conducta mentirosa, ya que la persona finge cualidades o sentimientos que realmente no experimenta.
Se trata principalmente de esconder del conocimiento de los otros las verdaderas motivaciones o sentimientos que se sienten, el hipócrita esconde sus verdaderas intenciones. El comportamiento hipócrita lleva a juzgar a los otros mientras se justifican las acciones propias.
En su aspecto general la actitud hipócrita adolece de una sustancia básica; la posibilidad de sustentar situaciones o ideas mediante un buen ejemplo, situación muy común en el doble discurso político, cuando se habla del bien común y se está persiguiendo solo el bien propio. En ese ámbito de poder esa actitud se llama “corrupción política”
La corrupción política
La corrupción política se refiere al mal uso del poder público para conseguir una ventaja ilegítima, generalmente de forma secreta y privada. La corrupción se produce cuando se hace mal uso o abuso del poder, en este caso público, para beneficio personal o de su entorno de interés.
El corrupto vive en “su burbuja”, persiguiendo su satisfacción, pero vive sin saberlo en un mundo de ilusión ya que su búsqueda siempre será estéril dado que solo busca entre los conceptos de su burbuja creyendo que obteniendo cosas será más feliz, pero el deseo nunca se contenta.
De esa manera vive en un conflicto permanente por la insatisfacción ante la imposibilidad de salir del conflicto de la dilución del yo.
Por eso cuando muchos creen que el ejercicio del poder transforma un paisaje inhóspito en un amplio y florido valle, lo cierto es que un destino de impotencia y descontento permanente lo acompaña, lo que motiva a buscar cada vez más poder, cada vez más bienes, cada vez más imagen y a apelar a todos los recursos de seducción social de que disponen, entre ellos básicamente el relato falaz. No obstante a lo largo de toda su vida, será víctima de la frustración, hecho que muchos ni siquiera alcanzan a percibir.
Lamentablemente para una inmensa mayoría este juego se traduce en mayores necesidades insatisfechas.
Por más absurdo que parezca, nuestro destino depende de un grupo de individuos sometidos a la inconciencia de sus propias pasiones.
[1] Alberto Wilensky , La estrategia de la ilusión
[2] en la filosofía Hindú aquello que no es más que apariencia, ilusión o quimera

Los porcentajes aumentan escandalosamente.
Los motivos ya son otro cantar.
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