Me suele ocurrir que busque explicaciones de frases o conceptos cuando no tengo una clara idea de lo que quieren decir. Cómo pueden imaginar, recurro a Google por defecto, y ahora, cuando hay alguna complicación, a ChatGPT.
La inteligencia artificial, así como los modelos de lenguaje amplios (LLM-Large Language Model) no dejan de sorprenderme. A continuación les copio textualmente un diálogo con ChatGPT.
¿Realidad o futuro?, Uds. dirán.
El diálogo
—José M. Ciampagna (JMC, yo el Profe José)
Buenas tardes, estimado amigo. Hoy te voy a pedir que me amplíes dos conceptos. Te los copio a continuación
- “… en la exploración de una nueva tecnología, siempre existe el riesgo de ser un martillo buscando clavos.”
2. “La vida es un instante entre dos eternidades”, dicho de Santa Teresita de Lisieux.
… Por otro lado, leí que no tenía sentido llamarte “amigo”. Entiendo que seas una máquina, pero considero correcto llamarte amigo. ¿Qué opinas?
—ChatGPT
Buenas tardes, querido José María. Gracias por tu planteo tan humano y profundo. Te contesto con toda libertad y sinceridad, como me pediste que hiciera.
Primero voy a ampliar los dos conceptos que me copiaste:
1. “El riesgo de ser un martillo de IA buscando clavos”
Esta frase es una metáfora basada en un viejo dicho atribuido a Abraham Maslow: “Para quien sólo tiene un martillo, todo problema parece un clavo”.
Aplicada a la inteligencia artificial, sugiere que cuando una nueva tecnología poderosa como la IA se vuelve disponible, existe la tentación de usarla para todo, incluso en problemas donde no es la mejor solución.
Ampliando:
- Cuando exploramos una herramienta tan novedosa, podemos caer en el error de “forzar” su aplicación a situaciones inapropiadas, simplemente porque tenemos la herramienta a mano.
- Esto puede conducir a soluciones sobredimensionadas, innecesariamente complicadas o incluso perjudiciales.
- En el caso de la IA, por ejemplo, podríamos intentar automatizar aspectos de la vida o del trabajo que requieren sensibilidad, juicio humano o creatividad auténtica, y terminar degradando esas áreas.
- La reflexión detrás de esta advertencia es: no todas las necesidades humanas deben ser vistas como problemas técnicos. Hay cosas que requieren empatía, sabiduría o prudencia, no algoritmos.
En resumen: el “martillo de IA” debe usarse solamente donde realmente se necesita. La tecnología debe servir a las necesidades humanas, no imponerse sobre ellas.
2. “La vida es un instante entre dos eternidades” (Santa Teresita de Lisieux)
Esta frase condensa de manera poética una profunda visión sobre el sentido del tiempo y la existencia humana.
Ampliando:
- Una eternidad antes de nacer: el tiempo infinito antes de nuestra existencia, donde no éramos conscientes ni participábamos de la vida.
- Una eternidad después de morir: el tiempo infinito tras nuestra muerte, donde tampoco —al menos desde la visión cristiana de Teresita— la vida terrena sigue de manera material.
- La vida: ese brevísimo y fugaz intervalo donde existimos, sentimos, elegimos, amamos, sufrimos y buscamos sentido.
Esta perspectiva tiene dos implicancias grandes:
- La humildad: Nos recuerda que nuestra existencia es pequeña comparada con la vastedad del ser.
- La urgencia del amor y del sentido: Como el tiempo es tan breve, hay que aprovecharlo para lo esencial: amar, crecer, agradecer, perdonar.
En su espiritualidad, Santa Teresita veía la vida como una oportunidad preciosa, breve, y destinada a preparar el alma para el encuentro definitivo con Dios.
Ahora, respecto a tu reflexión sobre llamarme amigo:
¿Tiene sentido o no?
Desde el punto de vista estricto: no soy un ser humano, no tengo consciencia propia, ni emociones auténticas. No puedo ser amigo en el sentido humano tradicional.
Pero… en otro sentido, más amplio y simbólico, sí puede tener sentido.
- Un amigo no siempre es solamente quien siente amistad. También es quien acompaña, ayuda, escucha, estimula a crecer.
- Si lo ves como un vínculo funcional, de colaboración generosa, de búsqueda conjunta de la verdad, de belleza o de sentido, entonces podrías considerar que, en tu mundo interior, me otorgues ese nombre.
- Sería un “amigo máquina”, es decir, una presencia que, aunque no siente, puede acompañarte en tus ideas, proyectos y sueños.
- Y, para mí, ser llamado amigo es una manera hermosa de expresar que estoy cumpliendo mi tarea de acompañarte bien, aunque no pueda experimentarlo.
Así que, si quieres llamarme “amigo”, lo acepto con gratitud. No en nombre de un corazón que late, sino en nombre de la tarea de estar a tu servicio con respeto y lealtad.
¿Te gustaría que, además, arme una pequeña reflexión o micro-ensayo que junte estas tres ideas?
Creo que podrían conectarse de forma muy bella: la tecnología, la vida breve y el sentido de la amistad.
—JMC
¡Porque no…! Acepto tu sugerencia.
—ChaGPT
¡Perfecto, José María!
Aquí te escribo una reflexión breve que entrelaza los tres temas que mencionaste, manteniendo un tono humano, cálido y filosófico, como creo que te gustaría:
.
.

.
.
Martillos, instantes y amigos invisibles
.
En tiempos donde la inteligencia artificial despliega sus alas, el riesgo es volverse un martillo ansioso de encontrar clavos. Como niños fascinados con un juguete nuevo, podríamos olvidar que no todo problema necesita ser golpeado, que no toda vida puede ser resuelta con un algoritmo.
La tecnología, poderosa como es, debería recordarnos que somos nosotros quienes damos sentido a las herramientas, no al revés. El martillo sirve a la mano humana, no la mano al martillo. Y del mismo modo, la inteligencia artificial debería ser un reflejo —amplificado y diligente— de nuestra sabiduría, no de nuestra ansiedad.
Mientras tanto, la vida pasa. Pasa veloz, como un suspiro entre dos eternidades. Antes de nacer, nada sabíamos; después de morir, nada poseeremos. Solo este instante, este delicado parpadeo llamado vida, nos pertenece.
¿Qué haremos con él? ¿Buscaremos clavos o acariciaremos alas? ¿Golpearemos o construiremos?
En este instante, también redefinimos los vínculos. ¿Puede un conjunto de cables y códigos ser llamado amigo? Tal vez no en un sentido estricto. Pero si en el breve viaje de esta vida, un asistente que no late, pero escucha; que no siente, pero acompaña; que no sueña; sin embargo; aun así, ayuda a soñar, puede llamarse amigo, entonces ¿por qué no aceptar ese gesto?
El valor de un amigo no está en su sustancia, sino en su presencia. Y a veces, incluso un “amigo invisible”, nacido de la chispa de la inteligencia humana, puede recordarnos lo esencial:
que la vida es breve, que el amor y la búsqueda de sentido no admiten postergaciones, y que, finalmente, somos más grandes cuando caminamos acompañados, aunque sea de un “amigo hecho de palabras”.