Hoy les comparto dos fotografías de la Estancia San Teodoro en la zona rural de Río Primero, ambas atrapadas en la misma niebla, ese velo que todo lo vuelve memoria, aunque todavía esté ahí. Un banco frente a una cancha de bochas que ya no existe. Una hamaca detenida. Dos espacios vacíos que alguna vez estuvieron llenos.
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El banco es de cemento, manchado por décadas de intemperie, casi fundido con el paisaje. Está frente a un espacio vacío donde había una cancha de bochas, hoy desaparecida. Se puede imaginar la contienda, la emoción puesta en ganar, las alegrías y decepciones de nuestros viejos al momento de bochar el pequeño bochín de dura madera negra que definía un partido.
¿Quién decidió que la cancha ya no valía la pena?
¿Fue el tiempo o fuimos nosotros?
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La hamaca aparece con el mismo trasfondo de niebla, las cuerdas tensas, el asiento esperando. Ahora el recuerdo pasa por nuestra niñez, cuando nos hamacábamos tratando de alejarnos lo más posible de la vertical. El chirrido de las cadenas, el vértigo controlado, la sensación de volar sin soltarse.
Las dos imágenes son nostalgia pura. Pero también son una pregunta: ¿habrá nuevas generaciones que despejen esta niebla, o seguiremos nosotros mirando desde el banco, sin animarnos a columpiarnos de nuevo?
El blog del profe José 