Geodesia iroquesa

En el suplemento «Rumbos» que acompaña el diario «La Voz del Interior» todos los domingos, busco con  prioridad -apenas llegado el diario- la columna de Cristina Bajo denominado «Bajo Relieve». La famosa escritora  siempre me deleita con sus cuentos, historias, leyendas y recetas de cocina que leo y releo afanosamente. Su escritura me resulta muy agradable y me produce una sensación de familia y respeto.

Este fin de semana (24 de febrero del 2013) escribe una recreación para niños y adolescentes de una leyenda iroquesa denominada «La tortuga que sostiene la Tierra». Esta historia explica una imagen de la forma de la tierra  sostenida por una tortuga que nos contaban los profesores como antecedente remoto de la Geodesia. Me permito a continuación transcribir esta leyenda que con seguridad resultará atractiva para muchos de nuestros amigos y colegas. Muchas gracias a Cristina Bajo y a la editorial por tan hermoso pasaje que me permito transcribir.

"Bajo Relieve" de Cristina Bajo
«Bajo Relieve» de Cristina Bajo

La tortuga que sostiene la tierra

Hace siglos, cuando Norteamérica no tenía nombre, entre hermosos lagos y montes vivía un pueblo de piel cobriza, los iroqueses, quienes contaban una rara historia. Según los sabios, existían tres mundos: en el cielo estaba el Mundo de Arriba, donde vivían seres maravillosos gobernados por el Gran Jefe.

El Mundo del Medio era un mar inmenso, y bajo el lecho marino, se abría el Mundo de Abajo, poblado de sombras. El Mundo de Arriba viajaba en una nube y en él crecía el Árbol Celestial: a su alrededor todo era luz, gracias a un fuego que nunca se apagaba.

El pueblo de la nube era feliz, pero un día el Gran Jefe se enojó y arrancó el árbol, dejando un agujero en el suelo. Su mujer , curiosa, espió hacia abajo y vio un mar embravecido donde nadaban criaturas desconocidas, así que se sentó a contemplarlas, la mano izquierda entre las semillas del suelo, la derecha prendida a la planta de tabaco.Pero entonces oyó un trueno, perdió el equilibrio y cayó, como si planeara, hacia las obscuras aguas.

Las buenas criaturas del Mundo del Medio se asombraron al ver aquel ser que parecía flotar en el aire.

-¿Qué es eso que viene del Cielo?- se preguntaban, hasta que la Nutria, que era sabionda gritó:

-¡Es la diosa del Mundo de la Nube!

-¡Pobrecita, se ahogará! – dijo el Castor, nadando alrededor de sus amigos.

-Tenemos que ayudarla….

-Sí, pero ¿cómo?- dijo una fina y negrísima Anguila.

La Nutria ordenó:

-Amigo Pato, vuela con tus hermanos, unan las alas como si fuera una manta y sosténgala hasta que podamos salvarla.

Tal alboroto despertó a la Gran Tortuga que dormía en el fondo del mar, que subió a ver que sucedía.

-¿Por qué hacen tanto ruido?-preguntó bostezando.

-¡Una diosa cae del cielo y queremos salvarla…!-gritó el Castor, y la Serpiente Marina agregó:

-… será nuestra amiga y nos ayudará a conseguir comida…

-…y detendrá tempestades que vienen del Norte…

-…y nos guiará hacia otras islas…

«Cuantos planes», pensó la Gran Tortuga, «y ninguno se cumplirá si ella pierde la vida.»

-Escuchen: le prestaré la espalda para sentarse, pero ustedes deberán cubrir mi caparazón con barro, para amortiguar su caída.

Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a sumergirse, untando con cieno marino a la Tortuga, hasta que pareció una isla, aunque fue la pequeña Rata Almizclera quién más zambullidas hizo. La Tortuga comenzó a agrandarse gracias a ella, y entonces los patos, acunando entre sus alas a la diosa, descendieron y la recostaron sobre su lomo.

Pasado el susto, la diosa se puso de pie y dejó caer las bayas y las semillas, que pronto germinaron sobre la tierra que cubría a la Tortuga y ante la sorpresa de todos, nacieron plantas y frutos.

-Como han sido buenos conmigo-dijo la hermosa mujer- viviré entre ustedes y tendré como mensajera a la pequeña Rata Almisclera.

Aquí -señaló el lomo de la tortuga- levantaré un árbol maravilloso- y a sus pies apareció un tallo.

-No sólo dará frutos, también luz y calor, que manará de la flor de su rama más alta.

Cuando los animales alzaron la vista hacia la copa, vieron que los pétalos de la flor nacida de los dedos de la diosa se convertían en una espera ardiente, al que llamaron Sol, y el Mundo Nuevo se iluminó.

Aquél árbol alejó el Cielo de la Tierra, y a ésta del Mundo Oscuro.

Desde entonces, dioses, hombres, animales y demonios se separaron para siempre. La Tortuga se volvió un gran país y los iroqueses reverencian a la planta sagrada del tabaco pues su humo espanta a los espíritus malvados.

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Tortuga sosteniendo la Tierra
Tortuga sosteniendo la Tierra

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