Ya está terminando el ciclo, es fines de noviembre, y uno viene acumulando la carga propia del tedio de las tareas habituales. Los movimientos del cuerpo y la mente son lentos, están agotados. Faltan vacaciones, cambiar de hacer. Previo, como buena costumbre, a las reflexiones de las fiestas de navidad y año nuevo que nos habilitan a empezar con esperanza de nuevo. Pero hoy es difícil ponerse a escribir, lograr impacto con temas técnicos u otros relatos. Es una tarea ciclópea hacerlo. Sin embargo; el pasar nos ayuda.
Encontré dos frases de cabecera de dos libros que quiero compartir y que pueden sustituir la falta;
La primera:
«El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo ya. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno. Y hacerlo durar, darle espacio»
Reflexión de Marco Polo, en su conversación con Kublai Kan, en Las ciudades invisibles, de Ítalo Calvino.
Corresponde al inicio de la novela Los padecientes de Gabriel Rolón, Editorial Planeta, 2015, Buenos Aires.
La segunda:
«La vida en la tierra sale bastante barata.
Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo.
Por las ilusiones, sólo cuando se pierden.
Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo.»
Wislawa Szymborska, Aquí.
Pertenece al inicio del libro Diez mujeres de Marcela Serrano, Alfaguara, 2014, Buenos Aires.
Muy agradables pensamientos para reflexionar. ¿No es así?
Mis mejores deseos; que tengan un buen comienzo de semana y un agradable diciembre.