Preocupación por una Argentina mejor
En el análisis de mis preocupaciones hay una principal, ella es: “Pensar sobre el futuro que estamos construyendo para la Argentina”. A esta siguen poder contestar las preguntas: ¿Qué le estamos legando a nuestros hijos y nietos? y consecuentemente: ¿Qué hacer dentro de nuestras posibilidades?. Con una vida hecha, retirado de mis actividades profesionales, con mochilas ideológicas cargadas con trastos del diario vivir y lo aprendido en los libros, una posibilidad es compartir experiencias, escribir y publicar. Debo reconocer que la influencia de mi decir es menor. Soy consciente de mi performance en ese sentido, aunque me queda siempre la ilusión de ser una mosca molesta, por lo menos dentro de la burbuja de mi familia, de los amigos, los conocidos y seguidores. Pero siento que a pesar de ello, lo debo hacer, no debemos permanecer callados ante las circunstancias que estamos viviendo. Convengo luego dar testimonio, poner un granito de arena, pagar la deuda moral contraída con mis compatriotas por todo lo que me ha dado mi país.
Dejando el preámbulo y tratando de ser concreto, hablemos de las próximas elecciones. Los argentinos tenemos elecciones en lo que queda del año, casi una por mes. En Córdoba debemos votar 5 veces: primero por gobernador; luego por intendente para los que vivimos en la ciudad; y a continuación: las llamadas PASO; las elecciones generales para elegir al gobierno nacional y, si hay ballotage, volveremos a votar entre los candidatos que queden para la presidencia. En estas elecciones los argentinos pondremos las pocas expectativas que nos quedan en la política. Y los de a pie, los que estamos en el llano, ejerceremos nuestro deber cívico y debemos hacerlo bien.
.

.
No es mi intención, ni en estas palabras encontraran recomendaciones para votar a una parcialidad. La idea que me anima es tratar de pensar las razones que justifican nuestra insatisfacción y cuales son los mejores valores que pretendemos para el nuevo gobierno. Entiendo también la dificultad de encontrar ante la realidad de las boletas una línea que contemple todas nuestras preferencias. Pero puede me quede la esperanza, que mis racionamientos colaboren a dar otro punto de vista al momento de tomar una decisión. Si lo pudiera lograr, habré contribuido con expresar una opinión diferente, además de cumplir con mi conciencia. No quiero que me recuerden como un distraído, como un vivo más de aquellos que callan su opinión por miedo, conveniencia o comodidad.
En estos párrafos no voy a describir las penosas circunstancias que estamos pasando los argentinos, ¡Todos las conocemos …! y las noticias de las campañas electorales en los medios son más que suficientes, son elocuentes, reiterativas y cansadoras. Mi punto de vista quiere ser lejano, la de un observador apartado de los dimes y diretes diarios. Quizás estén o quieran estar emparentadas con la filosofía.
Avancemos con mis apuntes:
Días atrás tuve la suerte de leer un artículo de Mario Vargas Llosa, prefacio de una publicación de la novela Don Quijote de la Mancha[1]. Una hermosa lectura, una de esas que nos ayudan a entender la vida. En nota al pie pongo el vínculo a la misma. Fue entonces que se me ocurrió actualizar el texto al momento actual, recrear y modificar algunos de sus párrafos. Uno de los cambios fue reemplazar el nombre del personaje Don Quijote por Juan Pueblo entre otras alteraciones. Disculpen mi atrevimiento, perdón Vargas Llosa, pero observemos a continuación los resultados obtenidos:
“… la locura que tenemos nace de la desesperada nostalgia de un mundo que se fue, de un rechazo visceral de las circunstancias actuales. Eso sería cierto si el mundo que Juan Pueblo añora y se empeña en resucitar hubiera alguna vez formado parte de la historia. En verdad, sólo existió en la imaginación, en las leyendas y las utopías que fraguaron los seres humanos para huir de algún modo de la inseguridad y el salvajismo en que vivían y para encontrar refugio en una sociedad de orden, de honor, de principios, de justicieros y redentores civiles, que los desagraviara de las violencias y sufrimientos que constituyeron la vida verdadera para los hombres y las mujeres del Siglo XX.”
Y siguiendo…
“Las enseñanzas caballerescas que hacen perder los sesos a Juan Pueblo, es una expresión que hay que tomar en un sentido metafórico más que literal —no es «realista»—, porque las delirantes proezas de sus paladines y maestros no reflejan una realidad vivida. Pero ella es una respuesta genuina, fantasiosa, cargada de ilusiones y anhelos y, sobre todo, de rechazo, a un mundo muy real en el que ocurría exactamente lo opuesto a ese quehacer ceremonioso y elegante, a esa representación en la que siempre triunfaba la justicia, y el delito y el mal merecían castigo y sanciones, en el que vivían, sumidos en la zozobra y la desesperación, quienes oían los relatos de las ficticias novelas de la política”
Y finalmente menciona:
“Este empeño, que parece un puro y simple dislate a quienes rodean a Juan Pueblo, y sobre todo a sus amigos y conocidos va, sin embargo, poco a poco, infiltrándose en la realidad, se diría que debido a la fanática convicción con la que el Caballero de la Triste Figura (el quijote verdadero —Alonso Quijano—y Juan Pueblo también) lo impone a su alrededor, sin arredrarlo en absoluto las palizas y los golpes y las desventuras que por ello recibe por doquier. Pero Juan Pueblo no cambia, se repite una y otra vez, sin que vacile nunca su certeza de que son los encantadores los que trastocan la realidad para que él parezca equivocarse cuando ataca los molinos de viento, creyéndolos gigantes o enemigos. Eso es, sin duda, cierto.”
Y ahora concluyendo con mi transgresión:
“… nuestro personaje Juan Pueblo conserva su espíritu rebelde, justiciero, que lo lleva a asumir como responsabilidad personal cambiar el mundo para mejor, aun cuando, tratando de ponerlo en práctica, se equivoque, se estrelle contra obstáculos insalvables y sea golpeado, vejado y convertido en un objeto irrisorio, de molesta fantasía.
Pero, aunque Juan Pueblo no cambia, encarcelado como está en su visión del mundo, lo que sí va cambiando es su entorno, las personas que lo circundan y la propia realidad que, como contagiada de su poderosa locura, se va desrealizando poco a poco hasta convertirse en ficción.”
Es difícil interpretar en una sola lectura los textos anteriores. Tienen un lenguaje erudito y complicado fruto del nivel del escritor, por ello, buscando simplificar, les expongo una interpretación que puede puntualizarse en las siguientes ítems:
- Existe un sesgo de las personas de pensar que el pasado siempre fue mejor que el presente, y que antes no hubo problemas o fueron superados siguiendo los principios enseñados por sus maestros.Defienden que en la historia siempre triunfa la justicia, el delito y el mal merece castigo y sanciones. Se trata de resucitar un tiempo eclipsado que nunca existió.
- Ante los problemas actuales sobrevaloramos —con un grado que llega a la locura— las ideas irreales o falsas de las experiencias pasadas.
- El Quijote y nuestro Juan Pueblo, siguen sosteniendo posiciones emotivas a pesar de ser golpeados. Siguen peleando contra los molinos de viento. Pero, ya nadie profesa sus ideas ni respeta los valores de antes.
- En verdad, la libertad y la justicia sólo existieron en la imaginación, en las leyendas y las utopías que fraguan los seres humanos para huir de la inseguridad y el salvajismo en que viven para aspirar a encontrar refugio en una sociedad de orden, de honor, de principios, de justicieros y redentores civiles, que los sacaran de las violencias y sufrimientos que constituyen la vida verdadera de hombres y mujeres.
- Sin embargo, a pesar de sus ficciones y de quedar encerrados y aislados en sus ideas, sus valores modifican la realidad dejando de ser meras ilusiones.
Estimados amigos, el mensaje que nos enseña Don Quijote, en palabras de Mario Vargas Llosa es: “hay que seguir luchando para ir convirtiendo, poco a poco, nuestras legítimas fantasías en realidad.” No podemos dejar de soñar en una Argentina mejor a pesar de que siempre tuvo dificultades. No podemos dejar que una política maquiavélica y corrupta nos arrebaten la ilusión de mejorar.
Aprendamos, ayudados por el pensamiento y la emoción, íntimamente juntos, a:
- Distinguir la realidad de la ficción.
- La importancia de tener una visión positiva y optimista de la vida, a pesar de los golpes que brinda la realidad.
- La importancia de mantener la dignidad y la integridad personal.
- La importancia de ser una persona auténtica y fiel a sus convicciones
Apostemos por Don Quijote. Desenmascaremos a los señores feudales (los encantadores del texto citado) que se disfrazan para no parecerlo. Aquellos que quieren mantener ancestrales relaciones de esclavitud que todavía perduran en nuestra cultura. Caudillos, dictadores, patrones de estancia, dirigentes, salvadores de la patria, políticos inescrupulosos y conservadores de antiguas tradiciones que siguen creando y vendiendo buenas intenciones con resultados insostenibles. Relatos y soluciones que tienen por único objetivo mantener relaciones de amos —ellos— y esclavos —nosotros—. Hipócritas y volubles dirigentes (panqueques) que solo han trocado las formas y maneras para conservar sus propios intereses y privilegios. En fin; comparemos las contradicciones de los relatos mentirosos con los resultados obtenidos en su ejecución antes de votar.
Luchemos para que Juan Pueblo defienda los valores básicos de siempre para que nuestro pueblo tenga posibilidades reales de progresar y superarse; es decir: tener casa y abrigo, comida, salud, educación y trabajo.
[1] Disertación del Nobel peruano Mario Vargas Llosa sobre por qué leer a Cervantes en la actualidad