Catastro, una visión distinta

Catastro

 Una visión poco convencional

Por José M. Ciampagna

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«Partir…(despedirse) exige un desgarro…

quien no viaja no aprende. (…)

Ningún aprendizaje puede prescindir del viaje. 

¡Parte!  ¡Sal! al viento, a la lluvia: 

afuera escasean los albergues.»

Michael Serres 

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Plancha Catastral
RESUMEN:

El texto reflexiona sobre las diversas interpretaciones y percepciones del concepto de "Catastro" según diferentes tipos de interlocutores, como juristas, economistas, profesionales del territorio, empleados públicos, entre otros. Cada uno ofrece una visión distinta, desde una perspectiva legal hasta una más pragmática o técnica. Se destacan las múltiples facetas y desafíos que enfrenta el Catastro, desde la falta de información y la obsolescencia de las leyes hasta la necesidad de actualización y eficiencia. Se proponen diversas sugerencias para mejorar el Catastro, incluyendo la participación de todos los involucrados, la independencia política, la profesionalización y la adopción de tecnología. Se concluye con un llamado a la honestidad, la paciencia y el reconocimiento de errores como elementos clave para mejorar la institución catastral.


CATASTRO. UNA VISIÓN POCO CONVENCIONAL


Para entender qué es el Catastro, una pregunta inicial y crucial es:

¿Qué es el Catastro?

Y resulta que obtenemos respuestas divergentes dependiendo del interlocutor al que preguntemos.

Un hábil jurista y/o un fiel seguidor de los procesos administrativos podría afirmar: "Es lo que define la ley del Catastro", y no estaría del todo equivocado, ya que la norma supone un acuerdo entre diversos intereses que han participado en su definición.
Sin embargo, esta respuesta tiene sus matices. Consideremos:

¿La letra y la interpretación de la ley reflejan el espíritu con el que fue concebida?

Otra interrogante relevante es:

¿Desde cuándo data la ley..., está actualizada?

Es posible que la ley se haya creado como respuesta a problemas de otras épocas. Además, encontramos leyes en distintos lugares con definiciones y enfoques diversos, y las disparidades son aún mayores al comparar leyes catastrales de otros países y culturas.

Si preguntamos a un economista, seguramente nos dirá: "Es una fuente de recursos fiscales para una recaudación tributaria equitativa del Estado basada en el valor de la propiedad inmueble". Si el interlocutor es además un ministro de Economía, no ofrecerá otra respuesta. Es importante señalar que en nuestro país —Argentina— el Catastro depende de los ministerios de economía provinciales.

Si nos dirigimos a un escribano (registrador en otros países), la respuesta será: "El Catastro es la entidad estatal que define y publicita el objeto del derecho de propiedad inmueble; es el registro gráfico —inventario— de los derechos de propiedad". Es decir, nos hablará de un Registro de la Propiedad en modo gráfico y complementario.

Continuando, podríamos preguntar a un profesional de la planificación del territorio. Dado el crecimiento poblacional y urbano, el cambio climático y la necesidad de preservar los recursos naturales y el medio ambiente, estos problemas merecen atención. El experto responderá: "Es un sistema base para otras informaciones georreferenciadas útiles para la Planificación del Territorio", es decir, se referirá a un Catastro de propósitos múltiples.

Si entrevistamos a un empleado de Catastro con años de servicio, tras eludir respuestas formales, nos dirá: "Es mi fuente de ingresos fija; me provee un sueldo para llevar el sustento a casa". Y, en minoría, existen aquellos que, en las sombras de los pasillos, obtienen ingresos superiores a los necesarios.

Si consultamos a un profesional empleado de Catastro, acudirá a sus conocimientos específicos y nos dará una apasionada clase sobre su especialidad, reflejo de su rica experiencia. Para ellos, es difícil reconocer las fallas de su trabajo, atrapados entre el ideal y la realidad, entre el saber y el hacer diario, y ante la duda, recurren a lo que dicta la ley.

Si dirigimos la pregunta a un director de Catastro, un funcionario político, nos responderá indirectamente: "La posición de director que ocupo hoy es una oportunidad para cambiar y mejorar el Catastro, aunque con más trabajo y responsabilidades. También me permite aumentar mis ingresos por las tareas y desafíos que implica".

En general, para un burócrata que no existen, pero que los hay los hay, tras un escritorio, el Catastro suele ser su sueño, una máquina perfecta de obstaculizar que le permite cobrar regalías a cambio de sonrisas.

Si la pregunta es dirigida a un profesor universitario que enseña la materia de Catastro, dirá: "Es un registro o inventario con el fin de lograr la correcta identificación física, jurídica y económica de los bienes inmuebles". Y así continuará, detallando innumerables aspectos, historias, procesos y detalles descriptivos. En el mejor de los casos, si el docente está actualizado, podrá plantear nuevos enfoques tecnológicos y hablará del Catastro como un Sistema de Información Territorial.

Si consultamos a un agrimensor, especialmente a uno dedicado a hacer mensuras en forma particular, quejumbroso por el malhumor natural de los empleados catastrales y cansado de ceder ante su cuota de poder, responderá: "Es la oficina gubernamental que aprueba mi trabajo, un requisito para cobrar los honorarios pendientes". Para él, la calidad de la Institución Catastral se define por la rapidez del trámite, olvidando lo aprendido en la Universidad.

Si preguntamos a un informático, tras vacilar, dará una definición adecuada basada en sus conocimientos de Sistemas: "Es una base de datos parcelaria y un conjunto de aplicaciones". También añadirá, para su beneficio profesional, que debe mantenerse actualizado. No hay nada más obsoleto que el periódico de ayer.

Si preguntamos a un transeúnte, un ciudadano común, obtendremos dos respuestas: "Es la entidad estatal que define el impuesto inmobiliario para que Rentas lo cobre", o, si ha lidiado con trámites de mensura, dirá: "Es un organismo estatal que obstaculiza las transferencias inmobiliarias con reglamentaciones, generándome pérdidas de tiempo y dinero".

El Catastro tiene múltiples facetas para diferentes interlocutores. Algunas de estas facetas no son favorables, algunas máscaras que usan nuestros interlocutores son propias de la tragedia griega, pero tienen visos de realidad, lamentablemente.
La falta de información y el desconocimiento, la mala política, la obsolescencia de las leyes, los bajos salarios y el desinterés de empleados decepcionados por promesas incumplidas, la falta de comunicación entre jefes y subordinados, la impericia y la corrupción, entre otros problemas, alejan al Catastro de los buenos objetivos previstos. Estas realidades son difíciles de reconocer para aquellos que aspiramos a un "Catastro" con mayúsculas.

Contrarrestando algunas de estas sombrías realidades, es esencial pensar en un Catastro actualizado, eficiente, profesional y en constante revisión de sus objetivos y funciones para la sociedad.

¿Y cómo lograrlo? Aquí presento algunas lecciones aprendidas a través de la experiencia, sendas deseables a seguir:

• Reconocer que no es una tarea fácil; requiere tiempo y un profundo cambio cultural, acorde a la situación general del contexto donde se encuentra la institución catastral.
• Fomentar la participación de todos los miembros de la familia catastral, tanto internos como externos, en la definición de los requisitos y el análisis de las respuestas esenciales que se deben ofrecer. Es positivo establecer una guía básica en un taller participativo.
• Observar detenidamente las necesidades de las personas externas al Catastro. Este servicio estatal debe rendir cuentas a los contribuyentes que lo sustentan.
• Independizar al Catastro de los vaivenes de la política partidaria.
• Promover una ley con los principios básicos que no sea letra muerta y luego elaborar una reglamentación fácil de actualizar.
• Adoptar una visión sistémica donde el factor humano sea un componente principal.
• Designar un subdirector estable, independiente de la política partidaria, como responsable de los aspectos técnicos, y dejar al director para atender las necesidades y relaciones políticas. Reconocer que la política es un actor inevitable y presente en las decisiones, y no es el culpable de todos los problemas.
• Luchar por los salarios y la categorización por mérito de los empleados catastrales.
• Profesionalizar las comunicaciones humanas, tanto verticales como horizontales. Saber escuchar diferentes voces.
• Promover los cambios tecnológicos junto con la formación continua del personal que utilizará la tecnología.
• Aceptar que, aunque el Catastro no tenga beneficios económicos fácilmente cuantificables, no debe considerarse nunca como un gasto.

Recuerdo la metáfora del jinete que quiere llegar a su destino montado en un elefante (Haidt, 2013). A menudo, deberá adaptarse y ceder ante la voluntad del animal. Esta sensación del jinete se experimenta al proyectar cambios en una institución catastral que juega el papel del elefante. Es necesario dar tiempo a las transformaciones.

¡A estudiar y trabajar, a decir la verdad, a intentar ser honestos a pesar de las dificultades, a tener paciencia y, finalmente reconocer nuestros errores!

Ofrecer una definición cerrada del Catastro desde una tarima elevada desde un aula o en cualquier otro contexto sin experiencia es distorsionar la realidad, especialmente si se considera al Catastro únicamente desde el punto de vista teórico.

Se lo dice una persona poco convencional que anhela un Catastro mejor...


			

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