—Esteban Horvat (1895-1985), ingeniero, era un distinguido geodesta de origen croata que trabajaba como asesor de la división Geodesia del Instituto Geográfico Militar, hoy Instituto Geográfico Nacional. Era un hombre mayor cuando lo conocí, de altura normal, ojos claros, cabello blanco, ralo —fruto de los años—y con presencia de hombre sabio. Cuando caminaba, lo hacía encorvado, a veces, ayudado por un bastón. Vestía con trajes grises, sobrios, de telas gruesas, amplios, como si le quedaran grandes. Nunca sin corbata. Denotaba su figura un hombre bueno. Hablaba medio atravesado, con acento extranjero.
El Ingeniero Horvat trabajaba en una oficina a la derecha del departamento Geodesia de aquella época. El departamento estaba ubicado en una especie de galpón grande, de chapas grises, en el fondo del IGM, detrás del departamento Cartográfico. En ese ambiente trabajaban el agrimensor Rubén Rodriguez, el ingeniero Horvat y un servidor, en calidad de ayudante. En esa época, corrían los años 60, Horvat estaba editando uno de los tres libros sobre poligonales que escribió. Recuerdo que yo me pasaba horas cortando y pegando signos para las fórmulas del master que servirían para su posterior impresión. En esos tiempos recien aparecían las primeras computadoras de mesa.
Horvat era un especialista en Geodesia, seguramente de los mejores, una de sus preocupaciones principales fue facilitar el cálculo geodésico con algoritmos fáciles y prácticos. También estaba dedicado al estudio del cálculo de compensación de redes geodésicas. En esos momentos se calculaba -en producción- con tabla de logaritmos, máquinas manuales o mecánicas y en forma doble para asegurar que los largos cálculos no fueran en vano. A modo de ejemplo, el cálculo de la latitud de una estación astronómica fundamental duraba un mes calendario.
Entre los recuerdos que tengo del ingeniero fue una reunión a la que lo invitamos con mi amigo Héctor Soria en mi casa. Nos reunimos varios jóvenes inquietos que queríamos saber, no se bien qué, pero la orientación de la charla era dilucidar nuestro futuro en la vida. Teníamos la seguridad que Estaban Horvat era una palabra autorizada que nos iba a responder con verdad. El accedió a reunirse con nosotros normalmente. Contestó cada una de nuestras preguntas con respuestas generosas y llenas de sentido común.
Otro recuerdo que mantengo es el siguiente: En el Departamento Geodesia del IGM había conocimientos técnicos a los cuales no todos podíamos acceder. Recuerdo que la resolución de las ecuaciones normales se guardaban bajo llave. Había notas sacadas de gente experta sobre procesos o buenas prácticas que se evitaban mostrar. Entonces, pregunté a Horvat: ¿Por qué sucedía esta situación?, ¿Porqué había celo y egoísmo en la distribución del conocimiento? y en cambio, el estaba siempre abierto a explicar. Horvat contestó que había estudiado y trabajado mas de 30 años sin pausa en Geodesia. Quedaba claro que no tenía miedo a que ninguno lo supere.
Volviendo al comienzo, Estevan Horvat era un hombre sabio, más allá de su apariencia de hombre sencillo. Aquí mi homenaje y agradecimiento por haberlo conocido.