Ayer en la Facultad, más concretamente en la secretaría del departamento, estaba sobre el escritorio de Tito la revista española de ciencias geomáticas número 163: «Topografía y Cartografía» , de noviembre-diciembre del 2011. La pedí prestado y entre sus interesantes artículos encontré uno denominado el «El mapa del tesoro»; título de este post. Con mucho agrado pude leer, en el encabezado del artículo, esta cita de Robert Louis Stevenson que transcribo:
«Ante nosotros apareció un mapas de una isla, con indicaciones de su latitud y longitud, profundidades, nombres de colinas, bahías, estuarios y todos los detalles precisos para que una nave arribase a fondeadero seguro. Medía unas nueve millas de largo por cinco de ancho, y semejaba, o así lo parecía, un grueso dragón rampante. Tenía dos puertos bien abrigados, y en la parte central, un monte llamado El Catalejo. Se veían algunos añadidos sobre el dibujo original; pero el que más nos interesó eran tres cruces hechas con tinta roja: dos en el norte de la isla y uno en el suroeste, y junto a esta última, escritos con la misma tinta y con fina letra, muy distinta de la torpe escritura del capitán, estas palabras:
Aquí esta el tesoro.»
¡Qué perla!, ¡Qué maravillosa lectura! Me transportó a antiguos tiempos, a soñar con viajes y leyendas de piratas. Pero también, me llevó a pensar que detrás de los mapas está la utilidad de encontrar un puerto seguro y, a veces, hasta permitirnos encontrar tesoros escondidos. Me pareció una hermosa reflexión que provoca el texto de Stevenson que no puedo dejar de compartir.
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