Estaba comprando verdura junto a mi mujer en el camino a Córdoba, viniendo de Río Ceballos. El auto detenido a unos metros a la vera del camino, la cámara guardada en el asiento trasero del auto debajo de unos abrigos.
Los observé, dudé, pero el deseo era fuerte.
-Qué locura- Me dije.
Mi mujer seguía comprando, ahora estaba frente a la fruta.
Estaban bien iluminados, buen color, variedad, formas, ¿Porqué nó?, busque la cámara, click, click.
-¿Tenés veinte pesos?- preguntó ella.
– Sí , aquí están- le dije. Y seguí, una más, otra foto más, click, click.
-Vamos, ya pagué- dijo ella.
– Vamos, vamos- agregué.
¡Qué locura…!, y mi racionalidad donde quedó, seguí buscando excusas, es mi hobby, mi aficción.
Nó, nó, …, sí es locura.
Llegue a casa, tomé la cámara y saqué la tarjeta, baje los archivos. Un poco de contraste, toqué el brillo, hice uno, otro retoque y observé la foto final de los zapallos en la pantalla.
-Valió la pena- dije y entonces me tranquilicé.
Realmente: ¡Que locura! se parece a un cuadro hiper realista de mi hija Carla!
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Jose! Fue un acierto seguir el instinto. Muy buenas tomas. Fijate que yo, con esos frutos, materialmente no sabria que hacer…como imagenes les encuentro todo el sentido del mundo. Avanti, Profe Jose!
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