Hace muchos años de vacaciones, bajo una carpa de playa a cobijo del sol intenso, a la vera del mar, Mariela -de profesión psicóloga- me sugirió contarme una pequeña historia para poner en claro la escala de valores que Yo tenía. Una vez contada, debía someterme a responder unas preguntas que lo dilucidaría.
La idea de este post es retransmitir la historia y la pregunta a Uds. Con seguridad, me perderé las bondades de hacerlo cara a cara. Observar vuestros ojos, las expresiones corporales y sus mensajes. En fin, perderé la magia del contacto personal,…., Pero … , ¡Creo que vale la pena hacerlo!. Me quedo con la esperanza de que los mas extrovertidos nos cuenten sus resultados. Y los que no, repliquen la historia con sus amigos y disfruten la experiencia.
A continuación la historia:
Había una vez una hermosa mujer que vivía en una pequeña ciudad partida en dos por un río. Ella, casada, cruzaba diariamente el puente para ir al centro de la ciudad. También, daba clases en la misma margen y siempre tomaba un café en un pequeño bar vecino a su trabajo. Con el tiempo descubrió que H. -un parroquiano del bar muy joven- estaba enamorado de ella.
Sin embargo, ella no le correspondía.Tenía otro hombre que la cortejaba. Un compañero de trabajo de nombre J., que era su amante.L., su marido, tuvo un compromiso familiar en otra ciudad un sábado. Ella, con la excusa de corregir parciales, decidió quedarse y no acompañarlo. Y, aprovechando la ocasión, quedó en encontrase con J. en un hotel del centro.
De vuelta a su casa, después de pasar una buena tarde, cruzando el río, se encontró con un loco que amenazó a nuestra maestra con que: «Si cruzaba el puente, la mataba». Asustada, busco a su amante para que le diera dinero para volver con un bote rentado y cruzar el río . El amante le negó el dinero. Fue al bar y explicó su situación a H. —su enamorado— y también se lo negó. Desesperada, fue a hablar con el botero. Ella le prometió que luego de cruzar le pagaría, y el hombre también le dijo que no.
Sin otra alternativa, decidió cruzar el puente y el loco la mató.
Y colorín colorado el cuento ha terminado.
Ahora viene la pregunta que con las respuestas nos llevará a encontrar nuestra escala de valores.
En orden de culpabilidad; ¿Quién es el responsable de la muerte de la mujer? .
Les recuerdo los personajes por orden de aparición:
- Ella
- H., el enamorado
- J., el amante
- L., su marido
- El Loco
- El botero.
Bien, hasta aquí mi participación, ahora les toca a Ustedes. Deberán pensar su respuesta y elaborar la lista.
Y no se olviden por favor; aquellos más extrovertidos, de comentarnos sus resultados. Seguro que serán sabrosos y divertidos.
¡Haa…! , antes que me se me pase, las respuesta para aclarar como ligarlas a la escala de valores está en un comentario siguiendo la siguiente secuencia:
- Ir a menú Superior
- Elegir la opción:»Tú opinión»
- Elegir la nueva opción: «Recomienda una lectura»
- Buscar el comentario: «Respuesta al cuento para hallar la escala de valores».
Y llegan las primeras repercusiones de nuestro post, a continuación de un correo que llegó a nuestra casilla:
….. Yo digo que no hay una escala de responsabilidades, que el único responsable por la muerte de Ella es el loco. ¡Sin dudarlo!
Si dijésemos que la culpa es de ella, estaríamos emitiendo un juicio moral y no estaríamos obrando racionalmente y con justicia. No se la puede juzgar moralmente: cada uno sabe de qué lado le ajusta el zapato y obra en consecuencias. El cuento no explica los motivos de su actitud.
Tanto «H» como «J» no son responsables, pues el cuento no explicita los motivos por los cuales no le facilitaron el dinero, podemos pensar que eran carenciados, o que en ese instante no tenían dinero en el bolsillo (lo cual es normal en este cuento, pues ella tampoco tiene dinero), es decir desconocemos la causa de la negación.
Lo que sí es cierto, es que el «enamorado» no estaba tan enamorado como dice el cuento, sino de alguna forma se la hubiese arreglado para ganar puntos y conseguir su objetivo. Lo más probable es que H a esta altura ya estaba en pedo en el bar, o el último despecho de «ella» lo lastimó en demasía.
Y la mina «ella» no tiene que haber estado tan re-buena (como dice el cuento), sino el «amante» no hubiese corrido el riesgo de perderla.
Además, en ningún momento ella le explica el motivo de la demanda del dinero, sólo se limita a pedir para cruzar en bote, en cuyo caso el enamorado puede haber pensado, que iba a imaginar un viaje en góndola con su amante, y el amante haber pensado que el amor se había convertido en «negocio» algo que él no estaba dispuesto aceptar.
El marido tampoco tiene la culpa, pues se trata de un cornudo que confiaba plenamente en su mujer, o bien que sabiendo de la infidelidad, hacía oídos sordos por alguna conveniencia (él también tenía su amante), o por falta de carácter, o simplemente por pelotudo.
Finalmente tampoco podemos culpar al botero, pues es su trabajo, de allí saca el sustento de su familia que no sabemos (porque el cuento no lo dice) pero puede tratarse de una familia numerosa y es evidente que habiendo un puente, la demanda de cruces diarios es muy baja . Y todos sabemos, hablando de valores, que hoy en día la solidaridad cotiza en baja y las avivadas en alza. Además no es habitual la presencia del loco, pues cuando cruzó de ida el loco no estaba.
En otras palabras no quedan opciones, no hay escala de responsabilidades, el único culpable es el loco, que enajenado de razón y creyendo que el puente era propiedad privada, o bien habiendo sido enviado por el marido cornudo, o habiendo sido un ex alumno de primer grado acosado por la maestra, resolvió quitarle la vida. Es evidente que se trataba de algo personal, pues en el ínterin que transcurre mientras ella busca dinero y habla con el botero, no ha cruzado nadie el puente, sino el cuento no podría desconocer la presencia de pilas de cadáveres en el puente.
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