En un artículo del diario la Nación del dia 30 de septiembre del 2018, denominado: “Fracasar. Lo que no pudo ser, a veces, se vuelve fuente de aprendizaje» , Santiago Kovadloff cuenta una anécdota de su juventud que lo marcó para siempre y le produjo un cambio positivo en su vida.
Parece ser que tuvo que dar un examen sobre las ideas de Kant sobre la razón crítica práctica. Estudiaba la carrera de filosofía y la materia Filosofía Moderna. Después de estudiar mucho, leer el libro Crítica de la razón práctica de Kant, tenía un promedio sobresaliente en su carrera, llegó el momento de dar el examen. Luego de una exposición, que según su criterio fue suficiente, sorprendentemente el profesor Andrés Mercado Vera, le dio la nota. Era un tres, había desaprobado y lo instó a volver a dar el examen.
Sorprendido de la evaluación, le pregunto al profesor el por qué del mal resultado.
Su maestro, entonces, le explicó que había repetido, al pie de la letra su discurso, había escuchado precisamente lo que él le había transmitido en sus clases, pero no había percibido de Kovadloff lo que pensaba sobre el tema. Que no discurrió sobre qué había aprendido leyendo a Kant o analizado lo que él le había transmitido; no explicó en su examen a dónde lo llevaron las enseñanzas impartidas y que le propusieron. El profesor terminó su justificación con la siguiente frase: «la suya fue la exposición de un ausente». Agregó luego que no debería estudiar más, en cambio debería analizar y hacer propias las ideas de Kant, que debería razonar sobre lo que él pensaba para que en la próxima evaluación pudiera aprobar.
Nuestro personaje; hoy eximio filósofo, maestro, escritor, y reconocido pensador Santiago Kovadloff, no cuenta en el artículo si aprobó la materia en la fecha de marzo, pero si que su profesor Vera había arruinado su promedio, pero que lo había aleccionado para siempre.
Maravillosa anécdota, cuya enseñanza, nosotros los profesores deberíamos aplicar. El buen maestro debe independizar a sus alumnos de su propio pensamiento, no debe adoctrinar, en cambio debe provocar que los estudiantes piensen y hagan su propia evaluación sobre los temas de su carrera. Debemos pretender que nuestros alumnos –la palabra “alumno” puede significar en una de sus acepciones etimológicamente: «sin luz»– en contra del significado de la palabra, tengan luz propia, es decir: “pensamiento critico”.
Gracias Fabio. Sigo su excelente blog: https://blogdefabio.com
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Excelente anécdota.
Comento, humildemente, algo parecido que puse en práctica en mi papel como docente de traducción técnica. Los alumnos se llevaban tarea para hacer en casa, que debían entregarme un día antes de la siguiente clase a más tardar; y se las devolvía corregida sin ponerles calificación. Cada uno de ellos debía de autocalificarse internamente al ver esa hoja con más o menos marcas en rojo; así, poco a poco, iban elaborando sus propias hojas de ruta para superarse de tarea en tarea. El resultado: todos llegaban al final del curso aprendiendo a investigar por su propia cuenta.
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