Reflexiones sobre la pandemia Covid-19 en nuestro país a mediados de octubre.

Veníamos de las vacaciones tratando de comenzar el año con la ilusión de superar el 2019. Un año difícil para los argentinos. Más allá del color político que teníamos, eran momentos de abrigar esperanza de cambios, de darle una oportunidad al nuevo gobierno. Entiendo que en estos términos se desarrollaba el sentir de nuestra gente, más allá del cable a tierra producido por las visitas al supermercado. Pero, poco duraron las buenas intenciones cuando nos sorprendió el Covid-19 y las aterradoras noticias provenientes de Europa: España, Francia, Alemania, Italia, e Inglaterra eran azotadas por el virus. Cada uno de estos países se defendían de la pandemia de origen chino con respuesta y estrategias distintas. En ese momento todavía no se había producido su ingreso a America, aunque poco tiempo después conocíamos que producía estragos en la ciudad de Nueva York. Las imágenes de la capital del mundo eran difíciles de creer por su dureza, fosas comunes, barcos sanitarios en sus costas, calles desiertas,  vitrinas cerradas en la gran manzana, un cataclismo difícil de imaginar en otros momentos, mas allá de la tragedia del 11 de Septiembre. El mundo, la región, nuestro país, los estados provinciales y cada uno de nosotros comenzamos, entonces, a tomar conciencia de lo que se venía.

En consecuencia, pronto empezamos a sentir las primeras reacciones del gobierno y con ellas el comienzo de las restricciones; por ejemplo, la cancelación de los vuelos internacionales, la repatriación de los argentinos que estaban en el exterior y su confinamiento en hoteles cuando arribaban al país. Simultáneamente, aparecieron los barbijos en las pantallas de la TV.

Poco tiempo después: la cuarentena. Argentina confirmó su primer caso el 3 de marzo. Alberto Fernández, nuestro presidente, por decreto, declaró el aislamiento social y preventivo y obligatorio, del 20 de marzo al 26 de abril, para mitigar la propagación de la enfermedad y repetitivamente siguió con ello hasta estos días. 

Recuerdo que la mayoría de los argentinos aprobamos inicialmente la decisión.

Recuerdo de que en esos momentos éramos, por decirlo de alguna manera, inocentes ante lo que se venía. Nos preguntábamos como sería la nueva normalidad. Tratábamos de identificar qué era lo que debíamos afrontar elaborando metáforas para pasar del modo de vida que llevábamos (¿normalidad?), a un nuevo mundo que se avecinaba. Eran momentos de encierro, pero también de retrospección y reflexión. 

Menciono algunas de ellas a manera de ejemplo:

—»El virus es un espejo, muestra en qué sociedad vivimos.» (Byung-Chul Han)

—“El virus es la sombra de nuestro comportamiento y acción”. (Carolina Sanín, entrevista, número cero, la voz del interior, 14 de junio)

– Una lupa que amplia los problemas.

– Un paréntesis necesario para resignificar e interpelar la vida que llevábamos.

– Un espejo y caricatura (representación exagerada) de la realidad; un espejo donde se ven ampliadas las virtudes y defectos de lo que somos como sociedad.

– La fundación de un río que se seco donde podemos observar sus cimientos.

– La pandemia era una oportunidad para, a manera de un jinete sobre un caballo, saltar un río para llegar a un nuevo territorio: una nueva normalidad. 

Algunas metáforas se verificaron.  

Mirando para atrás, a ocho meses de los comienzos, hoy 20 de octubre, podemos considerar que la decisión de establecer la primera cuarentena fue buena en la consideración de la posibilidad de mejorar la infraestructura sanitaria. Sin embargo, quedaron preguntas para hacer de respuestas dudosas:

–¿Se logró mejorar el sistema sanitario? 

–¿Se aprendió y se tomó conciencia de la importancia del sistema de salud? 

No lo podemos afirmar positivamente. Nuestros representantes, o al menos una gran mayoria de ellos, viven en otro mundo; pidieron el sacrificio de la gente, pero nunca dieron muestra de estar a la cabeza de lo solicitado. En la otra punta, los profesionales de la salud en todos sus estratos, sumados a los enfermos afectados, viven y vivieron en carne propia los efectos de la pandemia, cuando no con la muerte, y ellos aprendieron la lección a fuerza de enfrentar la realidad, tomaron conciencia de la seriedad del problema y en forma ejemplar lo hicieron propio.

A este punto, con los resultados en salud y con una pobreza creciente, entiendo que se planteó una falsa disyuntiva: salud o oconomía. Se eligió salud. Entiendo que el correcto tratamiento hubiera sido considerar los efectos de la pandemia como un dilema entre salud y pobreza. Y como todo dilema no tienen solución, solo hay que gestionar las pérdidas. Al tomar el camino de solucionar la salud se descuidó la otra cara de la moneda; y hoy tenemos una creciente pobreza producto de un país económicamente y productivamente parado.

Y la cuarentena siguió y nos preguntamos ¿Porqué seguir,  más allá de la cuarentena de cuarenta días?. Entiendo que es una pregunta que tiene una respuesta que podemos entender, pero nadie la dice: nuestro pueblo no tiene la educación necesaria para que por “motu propio” pueda cumplir con las reglas básicas de distanciamiento social, uso del tapabocas y la higiene permanente por el lavado de manos. Simplemente obrar con responsabilidad. 

Nuestros gobernantes piensan —no con mucha equivocación—que los argentinos somos rebeldes antes las normas y necesitamos de la fuerza de la autoridad y la pena para cumplir las leyes. Lo que no es cierto es que por la fuerza se pueda lograr un objetivo, solo se logra con educación.  Podemos agregar que sería poner el foco en un tema que no conviene tocar: “la prioridad y el tratamiento que le damos a la educación”. Agregamos también que obrando así, imponiendo normas que a veces losque la dictan no cumplen, la política queda con la conciencia tranquila de haber realizado diligencias y justificar sus abultados ingresos mensuales.

La nueva normalidad

Hoy estamos en la tercera semana de octubre, estos días no son muy propicios para ser optimistas, digamos que el sentimiento que tenemos es un profundo pesimismo. En forma esclarecedora y brutal sobre la situación que vivimos Carlos Melconian dice: “Nos quedamos sin el pan y sin la torta.” (salud y economía). 

La realidad que vivimos es: industrias frenadas o paralizadas, un sin número de comercios destruidos, limitaciones de transporte, falta de empleo formal e informal y consecuente caída de los ingresos, deterioro de la salud mental, falta o limitada vida al aire libre, imposibilidad de hacer deportes, miedo de concurrir a los centros de salud para la atención de otras enfermedades por peligro de contagio, restricciones para viajar, y un largo número de etcéteras.

También, descubrimos y aprendimos que el peligro de veloz propagación del virus en las zonas marginalesy poca aplicación práctica de los mensajes sanitarios merecen nuestra atención, usando palabras de Beatriz Sarlo:

“… Al coronavirus puede haberlo enviado el diablo, pero los hospitales y los servicios sanitarios son obras humanas, como lo son los suburbios superpoblados y las villas miseria”

Aprendimos que hay varias argentinas diferentes: la del interior, la de la Capital y la del conurbano bonaerense, y que a su vez estas últimas son muy distintas entre ellas. Aprendimos que los medios nacionales solo reflejan los problemas de Buenos Aires haciéndonos sentir de segunda a los provincianos. 

En otro orden de cosas, podemos observar una creciente aparición de pensamientos explicativos atribuidos a conspiraciones globales. Una necesidad enferma de creer en algo, tener certezas que no hay, alejadas de posiciones racionales o lo que indica la ciencia. 

Sin embargo, no todas son pálidas, algunos paliativos hay, a manera de ejemplo mencionamos:

  • La difusión y aplicación de la virtualidad en la educación. Sin dejar de considerar que aprender en casa no es un espejo de aprender en el aula. Ni siquiera un espejo roto. Es una experiencia diferente.
  • Las reuniones virtuales, familiares y profesionales por plataformas de tipo Zoom.
  • Un creciente movimiento de encontrar nuevas formas de vida y como generar ciudad en una forma mas adecuada.

Conclusiones

A este punto del discurso quizás sería interesante plantear algunos puntos a manera de conclusión:

—La pandemia que nos afecta no tiene solución por ahora, al menos por un término corto. Se habla de que una pandemia dura, al menos, tres años. Así lo demuestra la historia.

–La certeza es el reverso del conocimiento en el contexto de Covid-19 (Intramed, noticias médicas, Covid-19: lo que se sabe y lo que se ignora)

– Que debemos aprender a convivir con el COVID-19 de una manera inteligente.

–Que hoy la vacuna es una esperanza de tipo religiosa; es pura fe. Al menos por seis meses más no será una realidad.

— Debemos entender que el COVID 19 produce una enfermedad nueva, de la que no se conocen remedios efectivos. Además, podemos sumar que para los grupos de riesgo tiene una alta tasa de mortalidad.

— El destiempo de la decisión de cuarentena que ahora podemos postular como una crítica valida al gobierno es una conclusión realizada con el diario de ayer. Debemos tener sentido común, pensar que no hubo ni hay experiencia y esta decisión merece al menos un trato indulgente.  A pesar de que sería desacertado justificar interesadamente su efectividad. A los resultados y números me remito.

Lo que no podemos más es seguir mintiendo a nuestra gente con falsas promesas. Tenemos que decir la verdad. Nuestro pueblo la merece.

Vienen tiempos muy difíciles para nuestra Argentina, los gobernantes deben dar el ejemplo, deben tener actitudes creíbles refrendadas por acciones concretas donde sea prevaleciente  su buena conducta y austeridad. Deben abandonar la idea de recursos infinitos para sus propuestas y explicitar de donde sacaran los fondos para su realización. Deben abandonar la hipocresía de la que viven. 

Deben prometer “sudor y lágrimas,” a la manera que lo hizo Churchill, y resignar apetencias políticas provenientes de falsas promesas que no se pueden cumplir.

Exigimos grandeza y no discursos o sarazas, como ellos mismos reconocen. Necesitamos imperiosamente planificar entre todos como se sigue y como se sale de estos problemas y dilemas.

En palabras de la Dra Marta Cohen:

“… Debemos educar y facilitar que la sociedad sea individualmente responsable para mantener el distanciamiento social y las medidas de protección e higiene constante. Cuidemos al otro cuidándonos cada uno de nosotros. Los casos siguen aumentando porque algo no funcionó, no se planificó, o no se previno de manera adecuada.”

En definitiva, apuntar al largo plazo y no a una interesada y circunstancial coyuntura política. 

José M. Ciampagna



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