Estos días no son fáciles en la Argentina. La pandemia ha servido de lupa para magnificar los valores positivos y negativos de nuestra gente y sus problemas en muchos aspectos. Y lamentablemente, en la observación de lo negativo, cabe pensar en una Argentina enferma sin rumbo, dividida entre tirios y troyanos.
Así mismo a nivel global, de lo cual no somos ajenos, no faltan dificultades: superpoblación, procesos de inmigración de las zonas rurales a zonas urbanas y también migraciones de países donde la vida se complica –espacios sin esperanza– a países de horizontes más claros. Se suman a estos factores, problemas económicos producto de políticas liberales a ultranza sin consideración de consecuencias sociales, injusticias y pobreza. Populismos perversos que solo benefician a los socios políticos y acotan las libertades individuales de otros, corrupción, brechas económicas y culturales, cambio climático, destrucción de la biodiversidad, escasez de recursos naturales, desastres naturales, cambios de época y paradigmas, etcétera.
A poco andar, en búsqueda de una síntesis, pocas palabras describen mejor lo expresado que las siguientes:
“Transitamos momentos de Incertidumbre”
Sin embargo, en el área profesional de la agrimensura, podemos ser optimistas. Los procesos de adaptación al tiempo de pandemia han sido ejemplares. Con la ayuda de la tecnología, un camino que transitamos en estos últimos años, acelerados por las circunstancias, fuimos superando las dificultades. Pero no es casual este proceso de superación, una de las razones es: “caminamos en hombros de gigantes”.
Aclaremos esta expresión acudiendo a Wikipedia:
Del latín: “nanos gigantum humeris insidentes”
Es una metáfora de enanos de pie sobre los hombros de gigantes (en latín, nanos gigantum humeris insidentes) y expresa el significado de “Descubrir una verdad a partir de descubrimientos previos».
Este concepto se remonta al siglo XII. En 1159, John Salisbury escribió en su Metalogicón: «Bernardo de Chartres solía compararnos con enanos encaramados en los hombros de gigantes. Señaló que vemos más y más lejos que nuestros predecesores, no porque tengamos una visión más aguda o mayor altura, sino porque somos elevados y transportados en su gigantesca estatura “.
En la catedral francesa de Chartres, se observan unos vitrales[1] (dos a izquierda y dos a la derecha del central de la imagen siguiente) a los cuatro evangelistas sostenidos por antiguos profetas con el mismo mensaje.

A este punto, y aquí viene el homenaje por el día del agrimensor, quiero manifestar mi eterno agradecimiento, a quienes son mis gigantes:
Ellos son:
–Antonio Saralegui
–Ángel Cerrato
–Juan Bertoni
–Ángel del Rosario Bellino
–Esteban Horvat
–Enrique Spiess
–Juan Carlos Uzandivaras
–Alberto Christensen
–Rubén Rodríguez
–Alfredo Elías
–Luis Alfonsín
—Adolfo Oscar Moreno
–Manuel Faciano, en mi paso por Bs. As.
y …
–Víctor Hanjürgen Haar
–Gustavo Severiano Bartaburu
–Hector Bernardo Oddone
–Tito Livio Racagni
–Rodolfo Arinci, en mi estancia en Córdoba.
Cabe ahora analizar: ¿porqué son gigantes? ¿porqué ellos son faros para seguir? ¿porqué nosotros –enanos– montados sobre sus hombros podemos ver mas lejos?
Intuitivamente descubro que elegimos gigantes a:
“Los navegantes seguros que te pueden guiar a cruzar el río”.
Y a poco analizar encuentro los siguientes valores comunes de estas distinguidas personas:
—Conocimiento sobre los temas de su profesión
—Compromiso con sus trabajo
—Responsabilidad
—Confianza en sus saberes y respeto de sus pares por sus competencias
—Señorío (importante cultura general, una clara escala de valores, buenas costumbres)
—Vocación permanente de ellos por aprender y estudiar
—Carisma; cualidad o don natural que tiene una persona para atraer a los demás por su presencia, su palabra o su personalidad.
—Experiencia, a veces presente en las canas de sus sienes por el paso del tiempo o por el trabajo de transitar caminos y hacer destino.
También, a ellos los acompaña el sentido común y una apertura a nuevas ideas o al menos cuando las desconocen, tienen vocación de someterlas a juicios atados a la razón para encontrar la posibilidad de hacerlas propias. En general, no son doctrinarios ni enseñan doctrinas como verdades absolutas y permanentes, aunque las saben y las pueden señalar. Es decir, nuestros gigantes promueven el pensamiento crítico.
Al respecto y siguiendo el pensamiento de Kant que aplicó a la filosofía[2], me atrevo a decir:
«No se puede (ni se debe) enseñar doctrina[3], pues hay muchas doctrinas, y no está bien adoctrinar, sino que solo se debe enseñar a pensar, dicho mas sencillamente, animar a pensar autónomamente.”
Como podemos deducir de los primeros párrafos hoy son tiempos de dificultades y cambio, cabe esperar nuevos problemas y paradigmas, la normalidad a la que estábamos acostumbrados antes de la pandemia no será igual a la nueva normalidad. Tenemos que hacer una revolución en nuestra manera de pensar, o al menos, interpelar nuestros pareceres sujetos a las nuevas circunstancias que se nos presentan.
Directamente vinculado a lo anterior, dice Carlos Shilling[4]:
«… Hay un sentimiento que todas las revoluciones comparten: la impaciencia. Los cambios que anhelan no pueden esperar. Por eso es difícil concebir una revolución sin alguna forma de violencia, aunque sea una violencia simbólica contra el tiempo: una aceleración del futuro.»
Y si es cierto que: “… es necesaria la violencia simbólica contra el tiempo para producir el cambio”, utilicémosla como motor para superar los aspectos negativos que obscurecen el horizonte y nos permitan salir de la incertidumbre apoyados en las enseñanzas invariantes que nos presentan nuestros gigantes con sus valores para ver y poder ir más lejos.
¿Cuáles son tus gigantes y sus valores?
Ellos merecen tu reconocimiento y, además; sirven de ejemplo para guiarnos a cruzar el río.
[1] Las ventanas altas debajo del Rosetón muestran a los cuatro profetas principales de la Biblia hebrea (Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel) como figuras gigantescas, y los cuatro evangelistas del Nuevo Testamento (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) de tamaño normal sentados sobre sus hombros. Los evangelistas, aunque más pequeños, «ven más» que los grandes profetas (ya que vieron al Mesías de quien hablaron los profetas).
[2] Se reemplazó del pensamiento de Kant la palabra filosofía por doctrina
[3] A continuación copiamos las acepciones de la palabra “doctrina” según la RAE:
1. Enseñanza que se da para instrucción de alguien.
2. Norma científica, paradigma.
3. Conjunto de ideas u opiniones religiosas, filosóficas, políticas, etc., sustentadas por una persona o un grupo.Doctrinacristiana, tomista, socialista.
[4] Carlos Schilling, ensayo, notación de intensidades, Suplemento número cero del diario La Voz del Interior, 11 de abril del 2021.
Muy buenos días, mucha felicidades
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