Y bueno…, amo mi profesión de agrimensor, me gusta la tecnología, me gusta la fotografía, el arte y la literatura., me gusta la natación y el Taichi. Pero…, pero, no es menor mi gusto por la cocina.
Mi viejo, era un maestro de esos menesteres. También había y hay otros: Flora—mi mamá —, la tía la Tiffi, las pastas de la tía Petisa, la tía María y su tarta Pascualina, las dos Elsas —la de Junín cocinaba Sambousek (empanadas árabes fritas) y la porteña el beef bourguignon—, los secretos de la buena cocina de Ana de Beto, las costillas a la parrilla de Roberto en Olivos y Miguel en Córdoba, cada una con su especialidad. Todos unos genios.
Pero el viejo, mi viejo, uno de los platos que hacía era el matambre casero, inolvidable por cierto, como inolvidables eran el tuco, el estofado y los fideos del domingo. Sin embargo haciendo matambre, no tenía igual.
Hoy te recordé querido Don Pepe y me animé. Hice matambre al horno acompañado por una salsita de palta hecha por mi señora.
A las pruebas me remito.

Qué suerte que tenés José a mi no me sa lo e casi nada bien y eso que lo de intento desde queo esposa está en cama. Solo me defiendo con el el asado
Un abrazo.
Carlos el chef ignoto.
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Cuánto lamento José los 700 km., qué nos separan. Con gusto hubiera disfrutado del placer compartiendo ese platillo.
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