Arquitectos o jardineros

Siempre observamos que la implementación de una nueva tecnología  es un tema problemático en una institución. Más allá de ventajas y desventajas inherentes al diseño teórico, advertimos que la adopción no pasa por las cuestiones técnicas.

Con esta preocupación , sin tener muy claro el concepto, supuse que el método que usamos los ingenieros, no es adecuado para llevar adelante estos procesos. Quizás demasiada racionalidad. Demasiada planificación, proyectos,  diseños teóricos y técnicas de construcción. Para estar tranquilos con nuestra conciencia necesitamos saber todo; volcar  donde se van a poner los clavos, calcular las coordenadas dónde pasar una cañería, evaluar los materiales adecuados, especificar, planificar, planificar, etcétera, etcétera.  En definitiva, no atendemos  otros elementos importantes, en forma consciente o inconsciente, que pasan a nuestro alrededor y solo miramos los problemas que encuentran solución con nuestra caja (mochila, equipaje) de herramientas.

Buscando dilucidar el problema,  un enfoque válido —comentado en un artículo anterior—- que encontramos es el que describe el tipo de personas y su comportamiento ante una nueva tecnología (Modelo de difusión de Rogers). También, hemos hallado información y propuestas sobre como manejar y afrontar el «cambio». En ese andar identificamos las diferentes etapas previsibles que van sucediendo. Aprendimos que parten de ignorar la posibilidad de la innovación, el enojo, la negociación hasta llegar a la aceptación del cambio. También en esa búsqueda conocimos métodos para encarar cada una de las etapas. Por cierto,  un proceso largo, a temporal (sin término fijo) y traumático.

También hemos estudiado y comprobado que los mejores resultados se obtienen a partir de la participación de los diferentes actores. La planificación participativa genera compromisos con los proyectos y  los bonifica con nuevas ideas y diferentes puntos de vista. Además de bajar a tierra los proyectos y hacerlos más previsibles.

En fin, ha sido una preocupación permanente en nuestro trabajo atender los problemas humanos claves para cambiar el  modus operandi de nuestras instituciones para que sean más inteligentes, proactivas, eficientes y estén más atentas a dar respuestas a lo que necesita la gente.

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Transitando un taller literario, el profesor indicaba que hay dos tipos de escritores. Y ahora , se preguntaran: ¿Qué tiene  el brusco cambio de tema que ver con lo que estamos hablando? .

—Paciencia, les sigo contando y descubrirán la relación—

—Hay dos tipos de escritores— les decía.  Uno que diseña su novela o cuento en los más mínimos detalles y luego se pone a escribir (dicen que Edgar A. Poe sería un ejemplo de ello). A este tipo se los designa como arquitectos. El otro tipo es el de los jardineros, más proclives a la creatividad, a tener riesgo y estar atentos a la inspiración, a dejar crecer la planta. Según las ciencias neurológicas; unos atienden al lado izquierdo del cerebro y los otros al derecho.

Bien, luego de esta perorata, surge la pregunta:

¿Los procesos de implantación de nuevas tecnologías en nuestras instituciones son para que las realicen los arquitectos o los jardineros?

Seguramente  la respuesta es: «Ni unos ni otros¨, en cambio,  se necesita una combinación de ambas profesiones y sus respectivos criterios.

Los ingenieros no podemos ignorar que, para los procesos de adopción de nuevas tecnologías, se debe plantar la semilla en tierra abonada, regar la planta, ubicar nuestra siembra para que tenga aire y sol, esperar que haya buen clima y darle tiempo a la fruta que madure. Es que las personas que forman el sustrato principal  de las instituciones son parte de la naturaleza y no de una máquina instrumental.

En conclusión, los procesos de implementación tecnológica, cómo venimos argumentando, no son  fruto únicamente de un buen diseño y funcionamiento. Necesitan atender los factores humanos que están  presentes a la hora de las propuestas tecnológicas para que estas sean exitosas. Estudiar el ambiente social, económico y cultural de la  implantación, atender los requerimientos, fortalezas y limitaciones de los usuarios,  llevar adelante procesos participativos de diseño, capacitación eficientes, comunicar y hablar, son componentes ineludibles para tomar en cuenta.

Además y en el mismo sentido, se  quiere resaltar, que en el ámbito de  nuestras carreras técnicas universitarias, no solo se debe instruir en materias duras propias de la ingeniería y la tecnología. Deben sumarse materias complementarias que nos den una una visión humana de los problemas. No solo se debe enseñar a  responder la pregunta: ¿Cómo? , orientada a cuestiones instrumentales. Sino también el  ¿Para qué? y ¿Por qué? , orientadas a responder las necesidades humanas. En definitiva: el fin de todo diseño y construcción.

Bien a este punto, espero haber colocado un grano de arena, haber realizado una contribución más para explicar este tema tan remanido, pero poco aplicado.

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