Mi última clase

Y tras mío, esta tarde, se cerró la puerta del escritorio y llegó el momento de los recuerdos. 

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La foto fue tomada por un alumno un 25 de noviembre del 2017 a la once horas durante mi última lección como profesor de la carrera de Agrimensura en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Córdoba. Yo estaba sentado firmando el libro de asistencia que el bedel solía traer durante la clase. 

Las autoridades universitarias habían tomado la decisión de tomar presencia a los profesores en el horario de dictado.

Para mí no era un día más, otra clase más, sentía pena de dejar el aula y por otro lado cierto alboroto de pasar a disfrutar los días de júbilo; de ahí viene la palabra jubilado. Otra ironía semántica muy propia de nuestra querida Argentina. 

Les cuento de esa mañana en el aula “D” del edificio de la ciudad universitaria: Mi corazón y cabeza albergaban una mezcla de sentimientos anidados, confusos, únicos , una mezcla de alegría y tristeza, llenos de remembranzas, historias y picardías pasadas por esa aula. Decenas de alumnos, muchos de ellos, hoy excelentes profesionales, habían oído mis relatos. Pero, la película había terminado y el telón había bajado finalmente para mi. 

Pasados los años de aquella foto, recuerdo vívidamente los abrazos y saludos de despedida  de mis alumnos cuando les conté que dejaba la cátedra luego de más de 20 años. Había empezado mi actividad docente  como ayudante alumno unos 40 años atrás en varias materias; pasé por clases de Topografía, Geodesia, Astronomía de posición, Mediciones con GPS, hasta recalar en “Sistemas de Información Territorial” (SIT). Así se llama esa materia. 

Toda una vida de docente que terminaba ese día. 

Hoy, mirando un libro de aquella ciencia, sentado en mi escritorio, recuerdo que fue el mismo día cuando comenzó un desafío distinto: “Sobrellevar el silencio del aula vacía, esperando alumnos,  que estuvieron y estarán siempre presentes en mi corazón.”